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miércoles, 16 de julio de 2025

Internado en el PSIQUIÁTRICO | Mi Historia al Desnudo | Leogomez -LG

 

LIBRO ABIERTO - BLOG CAP. 02

Diario personal, mi historia como un libro abierto


Saludos estimados amigos 👋

Bienvenidos a un nuevo capítulo de mi blog. En el capítulo anterior les ofrecí relatarles mi experiencia desde que fui internado en el servicio psiquiátrico del hospital de los Magallanes de Catia en Caracas. Y para comenzar debo decirles que ser hospitalizado en un “manicomio” era el terror más grande que había en mi mente durante el trastorno mixto que padecía; si recuerdan, les dije que desde que comenzaron los síntomas en mí, me obsesioné con la idea de que me estaba volviendo loco, y eso era algo que yo no quería demostrarle a las personas a mi alrededor. De manera que, siempre traté de ocultar el nivel de lo que yo sentía y pensaba.


Yo tenía en mi mente la idea de que un hospital psiquiátrico era como lo presentan muchas veces en las películas, donde los pacientes están encerrados en una habitación vistiendo una camisa de fuerza y recibiendo dosis de fármacos para mantenerlos dopados y controlados. ¡Era una predisposición terrible la que había en mi mente! Pensaba que llegar ahí sería mi fin. Yo tenía como una teoría de conspiración en cuanto al tema y sospechaba de todos a mi alrededor.

Por esta razón, me fui agravando progresivamente por no tener una supervisión médica ni un diagnóstico que dijera qué era lo que me estaba pasando, y fue ya cuando me vieron muy mal que me hicieron sentir obligado a ir al hospital, y me llevaron una primera vez por emergencia al hospital ya referido anteriormente. Ahí me atendieron y de inmediato me recetaron fármacos psiquiátricos, a los cuales yo accedí a tomar porque tenía consciencia de que estaba muy mal de mi salud mental y emocional. Luego me colocaron cita médica para el control de mi tratamiento que comenzó siendo ambulatorio; esto quiere decir estando en mi casa y asistiendo a consultas médicas en el hospital. Durante ese período de tiempo hicieron varios intentos por internarme, pero yo me negaba, y en uno de esos intentos cuando vi que era una decisión tomada, apenas vi que alguien abrió la puerta del piso donde quedaba el servicio psiquiátrico (piso 9 / último), estando yo en la sala de espera y mis familiares en el consultorio de la psiquiatra tomando la decisión, del miedo salí huyendo del lugar, corrí las escaleras como loco bajando los nueve pisos y sin parar de correr me subí a una unidad de transporte público que se internó en un barrio desconocido para mí. Y fue cuando vi que aquel transporte se internaba cada vez más dentro de ese barrio, que me di cuenta de lo que estaba haciendo y me bajé del vehículo sin que se hubiera detenido aún, y corrí por aquel lugar desconocido regresando al hospital. ¡Una locura! Pero no volví a subir al piso 9 sino que esperé a que mis familiares bajaran a buscarme.

Así que me libré de que me internaran aquel día y continué con el tratamiento ambulatorio; pero lamentablemente mi situación económica, como ya les conté en el capítulo anterior, no era buena; ahora estaba desempleado nuevamente y dependía de la módica ayuda de la congregación que me había enviado a pastorear en el lugar donde estaba refundando otra congregación, y de la ayuda de mi abuela paterna que fue quien más colaboró conmigo y mi hogar en aquellos momentos. Siempre la recordaré con agradecimiento.

Genoveva - Mi abuela paterna


A causa de las limitaciones económicas mi alimentación no era la más adecuada para acompañar el tratamiento farmacológico, y por otro lado la falta de organización de mi esposa (en aquel momento) en cuanto a los horarios de las comidas (cocinaba a deshoras), las medicinas, que debían tomarse estrictamente a las horas prescritas por los psiquiatras, me caían pesadas en el estómago y me producían un estado de dopaje muy profundo; en algunas ocasiones todavía estaba sintiéndome en ese estado cuando, sin haber comido aún, llegaba la hora de la siguiente píldora. Y lo peor del drama es que ni ella ni nadie me creía cuando les decía cómo me sentía, ya que pensaban que era por lo mismo que antes les referí en cuanto a mi temor por los medicamentos; ellos pensaban que eran “cosas mías” por mis miedos y la enfermedad. ¿Pueden ustedes en este punto imaginarse la desesperación e impotencia que yo sentía? ¡Horrible!

Fue hasta que una noche tuve una reacción química que me produjo mucha taquicardia (pensé que me moriría de un infarto) y una resequedad de toda la mucosa de mis vías respiratorias, que me llevaron nuevamente de emergencia al hospital por la mañana, y ahí me cambiaron unas medicinas por otras y me dejaron ir a mi casa.

Mi condición siguió empeorando, recuerdo que pasé una semana completa sin dormir, ya no sabía en qué dimensión vivía yo, y ahora sí llegó lo inevitable; una mañana llegaron a mi casa dos hermanos cristianos, me tomaron en contra de mi voluntad y me introdujeron en una camioneta en la cual me trasladaron al hospital nuevamente donde me estaban esperando para internarme, y así lo hicieron. Recuerdo que me sentía como oveja llevada al matadero durante el viaje, y luego como un zombie al ingresar al piso del servicio de psiquiatría del hospital.

Ya sin esperanzas de salvación (según mi mente), me entregué a la muerte. Dije para mis adentros; “bueno... Hasta aquí llegó mi vida... Todo se terminó para mí” (lo recuerdo ahora mismo con lágrimas en mis ojos). Ya solo esperaba el encierro, el abandono y la muerte; esas eran mis expectativas. ¡Fatales! Pero ya ustedes sabrán que no fue así, porque estoy aquí vivo y completamente sano contando la historia.

Historia que continuará en el próximo capítulo. ¿Te gustaría saber lo que pasó de ahí en adelante? Déjame saber en los comentarios y comparte este post.

Muchas gracias a todos por leer mi historia.

Quedo a la espera de sus valiosos comentarios en este post.

Leonardo Gómez.

jueves, 4 de mayo de 2023

13 hábitos para mejorar la salud mental

Hola de nuevo querida comunidad de "PsicoSalud: Hablemos de Ansiedad y Depresión", les escribe de nuevo, con mucho gusto, Fructuoso Martínez (coach de vida, especializado en manejo del estrés).

El día de hoy te presentaré 13 buenos hábitos que ayudarán a mejorar tu salud emocional.



Comencemos:

1.- Comer adecuadamente. Una buena alimentación no sólo nos ayuda a tener salud física y una buena condición, sino que, además, ayuda al correcto funcionamiento de nuestro cerebro, en sus procesos más importantes, como la memoria, la consciencia y el instinto de supervivencia. Todos los nutrientes que acumulamos en el proceso de digestión tienen su función, y algunos de ellos contribuyen al órgano más importante del cuerpo, desde luego, antes del corazón.

2.- Hidratarse correctamente. Al igual que con lo que comemos, lo que tomamos también influye en nuestro cuerpo. El agua ayuda a crear y oxigenar sangre, un líquido vital para nuestro sistema; y la sangre, obviamente, contribuye con la correcta función de nuestro cerebro y sus procesos.

3.- Realizar actividad física. Ejercicio, deporte, juegos o simplemente salir a caminar. Tener cierto tiempo al día para realizar actividad es importante para nuestra salud física y mental. En cuanto a lo mental, el ejercicio físico libera en nuestro cerebro endorfinas, adrenalina y dopamina, juguitos super importantes para tener un proceso mental sano y positivo.

4.- Mantener una buena higiene. Tener limpio nuestro cuerpo y entorno es importante para nuestra salud mental, pues estas rutinas nos sirven tanto de terapia ocupacional como de fuentes de relajación e inspiración; por ejemplo, tomar una ducha relaja cuerpo y mente, y limpiar nuestra habitación nos invita a ser creativos a la hora de reorganizar muebles y artículos personales.

5.- Practicar meditación o yoga. Estas técnicas de respiración son muy buenas para calmar la mente y darle energía a nuestro cuerpo. Las respiraciones profundas ayudan a calmar nuestros pensamientos, esto es bueno porque nos permite aprender a controlar nuestras reacciones emocionales.

6.- Enfocarse en el momento presente. Dejar el pasado en su lugar y motivarse por el futuro pero sin exagerar. Cuando dejamos a un lado las cargas de la culpa y la preocupación, somos capaces de vivir y valorar nuestro "aquí y ahora". Hay que usar el pasado de aprendizaje y el futuro de inspiración para así poder con ello trabajar en el presente.

7.- Practicar algún hobbie. Un buen pasatiempo es gran fuente de creatividad, relajación y felicidad. Desde tomar fotos hasta escribir en un blog (como yo jaja). Todo aquello que te guste hacer, mientras no se haga daño a otros, es válido; y si es compartido es mejor, pues al recibir la retroalimentación de otros, podemos recibir más creatividad y alegría.

8.- Hacer algo positivo por otra persona. Donar algo de tu dinero o tu tiempo a obras benéficas genera un gran sentimiento de placidez. Incluso si no se puede dar algo material, siempre se puede regalar una buena plática o una buena acción desinteresada, como ayudar a un niño con su tarea o ayudar a alguien a cruzar la calle. El hecho de ver una sonrisa en la cara de otro es algo que no tiene precio y nos deja mucho valor.

9.- Adoptar o ayudar a una mascota. Los animalitos son una gran fuente de felicidad. Podemos tener alguna mascota en casa o ayudar a los que están afuera, el punto es convivir con estos angelitos que con sus mimos nos llenan de alegría. Acariciar a un animalito también libera endorfinas y eso es muy bueno.

10.- Planear momentos de ocio. Simplemente descansar escuchando música, viendo TV o cualquier otra actividad que no nos genere estrés. Los videojuegos ayudan a bajar los niveles de estrés, pero por favor no se obsesionen con ganar porque eso, al contrario, genera más estrés jajaja.

11.- Salir de vez en cuando. Ya sea solo o acompañado pero salir un rato de casa y romper la rutina: una cena, el cine, el parque, un concierto, el teatro, incluso vacaciones; cualquier cita fuera de casa ayuda a relajar nuestra mente, pues nos enfocaremos en vivir ese momento.

12.- Aplicar el desapego emocional. Reconocer que las situaciones, cosas y personas no son eternas. No hay que dar nada por seguro y aprender a estar bien, con o sin lo que nos rodea. El ser humano tiene una gran capacidad de adaptación, así que nada de lo que estés viviendo será para siempre; las cosas irán y vendrán siempre; y las personas son seres libres de elegir estar o irse; así que sólo disfruta de todo sin clavarte. Ir libre de apegos es maravilloso y todo te pone más contento.

13.- Reconocer tu mortalidad. Aunque suene drástico, es la verdad, todos vamos a morir; así que hoy que estás vivo siéntete como tal y disfruta, valora, aprovecha... sólo hoy, un día a la vez. No vale la pena estresarse o deprimirse, por nada ni por nadie. ¡A vivir! 

SUPER BONUS:

14.- Dormir bien. Quise dejar este hábito como sorpresa, pues sé que algunos ya se habrán preguntado: "¿y dormir no falta aquí?"; pues claro, dormir adecuadamente es vital para el buen funcionamiento de nuestra funciones cerebrales; el descanso de nuestro cerebro nos permite estar preparados para nuestras rutinas. Así que a no desvelarse más... 

Espero este post te haya gustado/servido 😃

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Nos leemos después 😊/